Asertividad

Aprender a decir: No. De forma respetuosa y firme

"La Sabiduría del Viento y la Montaña"

En la antigua China, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían dos grandes amigos: Liang, un agricultor sabio y respetado, y Chen, un comerciante ambicioso. Ambos habían crecido juntos y compartían una profunda admiración mutua, pero tenían formas de ver la vida muy diferentes. Mientras Liang prefería una vida tranquila y predecible, dedicada a su tierra y a la naturaleza, Chen siempre buscaba nuevas oportunidades de negocio, sin miedo al riesgo ni a la incertidumbre.

Un día, Chen llegó a casa de Liang con una propuesta que había estado dándole vueltas durante semanas. Había escuchado sobre un mercado en la ciudad más lejana, donde la demanda de arroz era tan alta que, si pudieran enviar allí una gran cantidad de la cosecha de Liang, podrían obtener una fortuna. Pero había un problema: el camino hacia la ciudad estaba lleno de peligros, y el viaje era largo y agotador. Además, la cosecha de Liang aún no estaba en su mejor momento, y si se cosechaba antes de tiempo, la calidad del arroz podría verse comprometida.

Liang, que valoraba más la seguridad de su cultivo y su bienestar que las ganancias rápidas, se sintió incómodo con la idea. Sin embargo, Chen no era una persona fácil de persuadir. Con su carisma y energía, insistió una y otra vez, hablando de las grandes oportunidades que el negocio traería. “Si no tomas este riesgo, Liang, nunca sabrás lo que podrías haber alcanzado”, decía con fervor.

Pero Liang, aunque preocupado por las palabras de su amigo, también sabía que no podía comprometer la calidad de su arroz, pues eso afectaría a su reputación y la salud de su tierra. Después de varios días de indecisiones y presiones, Liang decidió que debía actuar con claridad y asertividad, pues su amistad con Chen era demasiado valiosa para permitir que una mala decisión los separara.

Un atardecer, Liang invitó a Chen a caminar hasta la cima de una montaña cercana. Mientras caminaban, el cielo comenzaba a oscurecerse, y una ligera brisa se levantó, moviendo las hojas de los árboles.

—"Chen, quiero que observes algo", dijo Liang, señalando la cima de la montaña, donde un árbol solitario se erguía firme.

—"¿Qué ves?", preguntó Liang.

—"Un árbol fuerte y orgulloso", respondió Chen, pensando que Liang quería hablar de la naturaleza y su belleza.

—"Exacto", dijo Liang. "Ese árbol ha estado allí por años. Ha resistido vientos y tormentas, pero ha permanecido firme, porque sabe cuándo doblarse y cuándo no. Si hubiera intentado crecer sin comprender el viento, podría haber sido derribado. La naturaleza no lucha contra lo que no puede cambiar, pero tampoco cede sin razón. Y eso es lo que quiero que comprendas, amigo mío."

Chen miró al árbol y luego al rostro tranquilo de Liang. Sintió que algo dentro de él comenzaba a cambiar.

—"¿Qué quieres decir con esto?", preguntó, ahora más atento.

Liang respiró profundamente antes de responder.

—"Chen, respeto tu visión de los negocios, pero tengo que ser honesto contigo. Si fueras tú quien cultivara este arroz, lo harías de la manera que mejor entiendas, pero este arroz es mío, y mi compromiso es con la tierra que lo sostiene. No estoy dispuesto a arriesgar mi cosecha por una promesa que no está en mis manos controlar. Por eso, aunque aprecio tu entusiasmo, debo decirte que no puedo seguir adelante con tu propuesta. El arroz debe esperar su momento, y yo debo ser paciente."

Chen se quedó en silencio por un largo rato, mirando el árbol y reflexionando. Sabía que Liang no estaba rechazando su propuesta por falta de confianza o desinterés, sino porque estaba actuando con principios, sabiendo lo que estaba dispuesto a ceder y lo que no. La respuesta de Liang no fue agresiva, ni fue sumisa. Fue clara, firme y respetuosa.

Finalmente, Chen asintió con la cabeza.

—"Tienes razón, amigo mío", dijo con una sonrisa. "No había considerado todo lo que implicaba. Mis ganas de ganar dinero me cegaron por un momento. Aprecio mucho tu sinceridad y tu integridad. Entiendo ahora que, a veces, los riesgos no valen la pena cuando comprometen algo que tiene un valor más profundo."

Liang sonrió, aliviado. Sabía que su amistad había salido fortalecida de esa conversación. Ambos comprendían que, a veces, lo más importante no es ganar o perder, sino ser capaz de decir lo que uno piensa, con respeto, sin miedo y sin dejarse llevar por las emociones del momento.

Moraleja: La asertividad es la clave para mantener relaciones saludables, especialmente cuando hay desacuerdos. Liang, al ser asertivo, expresó sus límites de manera firme pero respetuosa, sin dejarse arrastrar por las emociones o el orgullo. En lugar de ceder o ser agresivo, optó por comunicar su posición con claridad, lo que no solo evitó un conflicto, sino que fortaleció su amistad con Chen. La asertividad no es imponer la voluntad, sino expresar las necesidades y límites de forma que se respeten tanto los propios como los ajenos.