Plásticos YZ
Una historia demasiado común
En la ciudad de Buenos Aires, en un barrio industrial de la zona sur, tres hombres habían levantado una empresa que producía artículos plásticos para el hogar. Plásticos YX había nacido como un sueño compartido por Carlos, Ricardo y Miguel. Carlos era el creativo del grupo, encargado de innovar en los diseños; Ricardo, el estratega financiero, que se encargaba de que las cuentas estuvieran siempre al día; y Miguel, el líder de ventas, que tenía una habilidad increíble para negociar con clientes y ampliar el mercado. Juntos, lograron construir una empresa que en pocos años se volvió un referente en el rubro de los plásticos.
Pero, a medida que la empresa crecía, también lo hacía el malestar entre ellos. Los años de éxito habían traído consigo diferencias irreconciliables en la forma de hacer negocios, pero también en la forma en que cada uno manejaba su vida personal. El equilibrio entre la amistad, los negocios y la familia se fue desmoronando, y el punto de quiebre llegó cuando las esposas de los socios comenzaron a involucrarse, creando una tensión adicional.
Carlos, el Creativo
Carlos era el alma de la empresa. Siempre estaba buscando nuevas formas de innovar, de crear productos que destacaran en el mercado.
Sin embargo, su pasión por el diseño a veces lo llevaba a tomar decisiones impulsivas. Proponía lanzamientos arriesgados, nuevos productos sin una clara evaluación de mercado, y, a menudo, imponía materiales más caros sin tomar en cuenta los costos de producción.
“¡Este diseño va a ser un éxito, les aseguro!”, decía con entusiasmo, sin importar que los márgenes de ganancia se estrechaban y que las cuentas de la empresa se veían comprometidas. Para él, lo importante era dejar una huella en el mercado, aunque eso significara correr grandes riesgos financieros.
Ricardo, el Financiero
Ricardo, por otro lado, estaba preocupado por las finanzas de la empresa. Para él, el dinero era lo más importante. Era meticuloso con las cuentas, y veía que las decisiones de Carlos, aunque creativas, ponían en peligro el futuro de la empresa. Ricardo había comenzado a trabajar más horas, buscando recortar costos y optimizar los recursos. No entendía por qué Carlos insistía con los proyectos caros sin una clara rentabilidad. "No podemos seguir a este ritmo, Carlos. Si no controlamos las finanzas, esta empresa se va a hundir", le repetía una y otra vez.
Pero el mayor conflicto no venía solo del trabajo. Las esposas de los socios, que se conocían desde hacía años, empezaron a tener sus propios problemas, envenenados por los celos y las tensiones del día a día.
Las Esposas en el Conflicto
Claudia, la esposa de Carlos, siempre fue una mujer sociable, que gustaba de organizar reuniones y eventos. Pero últimamente, sus cenas y encuentros sociales se habían tornado en discusiones con Laura, la esposa de Ricardo. Laura veía a Claudia como una mujer demasiado “exigente” y “ambiciosa”, que no solo trataba de imponer su estilo en la vida social de Ricardo, sino que también cuestionaba sus decisiones en la empresa. “¿Por qué Carlos siempre tiene que tener la última palabra?” le reprochaba Laura a Ricardo. “Es él quien arrastra a tu marido a esas locuras de diseño, y ahora estamos con un lío con las cuentas.”
Por otro lado, Ana, la esposa de Miguel, temía que su marido se estuviera distanciando de ella por la creciente dedicación que ponía en la empresa. Ana veía cómo Miguel pasaba largas horas trabajando, sobre todo cuando los problemas entre Carlos y Ricardo se intensificaban. "Miguel, no podemos seguir así. Estás perdiendo el control de todo. ¿Y yo? ¿No me ves? ¿No te das cuenta de lo que está pasando con nuestra familia?" le decía, celosa de la creciente dedicación de su esposo al trabajo.
La Burbuja Que Estalló
La situación empeoró cuando, en medio de la crisis económica del país, los socios se vieron obligados a tomar decisiones urgentes. Carlos, decidido a sacar adelante un nuevo producto, propuso la fabricación de una línea exclusiva de artículos plásticos de diseño innovador, pero con una inversión inicial muy alta. Ricardo, preocupado por la falta de liquidez y los riesgos, propuso recortar inversiones en nuevos productos y centrarse en aumentar la producción de los artículos más tradicionales, los que ya tenían una base de clientes consolidada.
El enfrentamiento fue tan fuerte que ni siquiera las reuniones de conciliación eran efectivas. Miguel, quien siempre había sido el mediador, esta vez no sabía cómo intervenir. "Carlos, estás poniendo en peligro todo lo que hemos construido, ¿por qué no entiendes eso?", le gritaba Ricardo. "Y tú, Ricardo, estás matando la empresa, ¡sin innovación no hay futuro!", respondía Carlos, exasperado. "Lo único que estamos haciendo es retrasar el inevitable colapso."
Las esposas, por su parte, comenzaron a intensificar sus discusiones. Las diferencias entre Claudia y Laura llegaron al punto de que empezaron a evitarse en los eventos sociales. Ana, en medio de la incertidumbre, se sentía ignorada por Miguel, quien solo pensaba en cómo resolver el conflicto entre sus socios. En la familia de Carlos, el ambiente se volvía tenso, y las críticas hacia él se multiplicaban.
Como arreglarías vos este problema?
En más o en menos los problemas societarios son cuestiones normales.
Algunos no son simples de solucionar, y muchas empresas terminan mal por desavenencias entre los socios. Se puede evitar? Hay veces que si, otras que no.
Lo importante es explorar todas las posibilidades de un acuerdo. Porque: cuando la "bronca" y el fastidio ganan: quien pierde?
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